LAS PARADOJAS DE MARIA MONTESSORI (MAMAGAZINE Maternidad honesta. Maternidad brutal.28 AGOSTO, 2020. Victoria Gabaldón)

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Coincidiendo con el 150 aniversario del nacimiento de Maria Montessori, Lumen acaba de publicar la biografía que Cristina De Stefano le dedica a esta mujer pionera del feminismo y las nuevas pedagogías. Titulada El niño es el maestro, la periodista italiana ha pasado años dedicada a la investigación de la figura de Montessori, indagando en cartas inéditas, testimonios directos, ensayos, y textos periodísticos para trazar la biografía de una de las pocas mujeres cuya cara ha ilustrado un billete -el antiguo billete de mil liras italiano-.

En esta apasionante biografía se retrata a la feminista, doctora en medicina, mujer de negocios, hija y madre (siendo la suya una maternidad algo sui generis), con sus luces y sus sombras. Maria se quedó embarazada cuando era soltera, fruto de su relación con su colega (y amor de su vida) Giuseppe Montesano. De esta relación nació, en 1898, Mario Montessori, su único hijo, al que no crio y al que siempre presentó como su sobrino. Eran tiempos aciagos para una madre soltera y su propia madre, Renilde Stoppani, así se lo advirtió: “Tú has hecho lo que ninguna mujer ha hecho en Italia: eres una científica, una doctora, lo eres todo, y ahora por un niño lo pierdes todo”.

Paradójicamente -y esta historia está llena de paradojas-, Maria dio inicio a su proyecto pedagógico con los niños del manicomio de Roma, dirigiendo más tarde un parvulario en el humilde barrio de San Lorenzo. De este pobre vecindario saltó su método y se extendió como la pólvora, sobre todo en países de cultura anglosajona y alcanzando esta gran popularidad que sigue vigente en nuestros días.

Hemos entrevistado a la autora de El niño es el maestro, Cristina De Stefano, que nos cuenta de primera mano sus motivaciones, opiniones, descubrimientos y algunas curiosidades sobre la figura de Maria Montessori y su método.

Parte de tu carrera está dedicada a la investigación de mujeres notables, luchadoras, feministas, relevantes, valientes… ¿cuál ha sido tu inspiración o el punto de partida para fijarte y dar voz a la vida de mujeres como Oriana Fallaci, Maria Montessori o Cristina Campo? 

Yo nunca fui a un colegio Montessori ni mis hijos han estudiado en colegios Montessori, así que no sabía nada de ella antes de empezar a escribir. Pero me gustan las grandes mujeres y me llamaba mucho la atención el contraste entre  el hecho de que el nombre Montessori fuera tan famoso en todo el mundo pero se supieran tan poco sobre la persona de Maria Montessori. Por lo tanto, decidí investigar y descubrí que, efectivamente, había muy pocos libros escritos sobre ella. Había una biografía americana de los años 70 y muchos libros sobre su movimiento, su método. Pero a mí me atraía el misterio que envolvía a la figura de Maria Montessori. Hay mucha información equivocada y muchos errores. Entonces yo decidí, como persona que no sabía absolutamente nada de ella, ocuparme de ella.

No sé si es bueno o malo el hecho de que no supiera nada de Montessori. Creo que es bueno porque es como cuando entras del exterior en Alicia en el País de las Maravillas. Haces preguntas, ingenuas tal vez, pero que son las preguntas que hay que hacer. Tengo curiosidad por saber cómo el movimiento Montessori acoge mi libro. Personalmente, creo que es un libro que hacía falta.

Durante mi carrera, me he ocupado de mujeres muy distintas entre entre sí. Creo que el punto en común y lo que más me atrae de ellas es su energía. Es decir, todas ellas son mujeres que desprenden una enorme energía, como por ejemplo Cristina Campo y Oriana Fallaci; también las americanas aventureras -escritoras, fotógrafas, damas de sociedad, actrices, una precursora feminista, una aviadora…-,  sobre las que escribí un libro son personajes así, con una energía especial y enorme. Y a veces se hicieron daño, se hirieron. Porque cuando tienes tanta energía, a veces sufres daños para dejar algo detrás. Esto me atrae mucho porque, como mujer, evidentemente me atraen las figuras femeninas. Pero yo no siempre soy así: creo que se leen y se escriben biografías para vivir otras vidas y aprender nuevas lecciones… sin hacerte daño en primera persona.

Hay varios puntos de contacto entre las mujeres sobre las que escribo. Cristina Campo era una mujer muy espiritual, como también Maria Montessori lo fue. Esto fue una sorpresa para mí: desconocía este aspecto espiritual de Maria, lo descubrí más tarde. Por así decirlo, hay como conexiones escondidas entre ellas. Montessori, por ejemplo, era muy autoritaria, igual que Oriana Fallaci.

Los orígenes de método Montessori llaman la atención: Maria Montessori comenzó a trabajar con niños en situación de pobreza o fragilidad social. Llama la atención que, ahora mismo, en España, los padres que desean optar por un centro educativo con la etiqueta Montessori deban tener una situación económica más que saneada. ¿Por qué ha pasado de ser una filosofía concebida desde lo humilde a una opción al alcance de los más favorecidos?

Es una paradoja. Es absurdo. Efectivamente, si tú hoy en día hablas del método Montessori, inmediatamente piensas en colegios privados para economías saneadas. Es una paradoja absoluta. El origen del método Montessori es el trabajo de Maria con los niños en situación de pobreza, es un método de inclusión. Yo creo -y explico en el libro- que el método no se democratizó por el difícil carácter de Maria. No fue adoptado por el sistema público italiano básicamente porque no fue posible. Maria tuvo que buscar financiación a nivel privado, financiación que en aquel momento solo podían ofrecer las élites de la sociedad. Su método nació en los barrios pobres pero fue adoptado por las élites, sobre todo a nivel anglosajón. Por eso se convirtió en una escuela de élite… pero no debemos olvidar sus orígenes.

Existen países cuyas escuelas públicas han adoptado el método Montessori. En Holanda, por ejemplo, hay muchísimas escuelas públicas Montessori, desde la educación infantil hasta la secundaria. En Italia las cosas están cambiando. Hay cada vez más escuelas públicas que adoptan este método. También en Francia. La formación y la adquisición de material Montessori tiene un coste inicial, pero es un material que no envejece, no se gasta. Si tú pones material Montessori en una clase, durará 20 o 30 años. No es material de plástico, es material hecho en madera, es material prácticamente indestructible. Y en segundo lugar, una de las reglas del método Montessori es tener un solo set de cada material por cada clase. Realmente, la inversión en materiales Montessori no es desmesurada. Desafortunadamente, también hay marketing alrededor este método: se venden muchos cofres de materiales Montessori a los padres que quieren invertir en la formación de sus hijos de esta manera. Pero, si eliminamos el marketing de la ecuación, el método Montessori tiene cabida en la escuela pública, ya que no requiere una gran inversión.

Una joven maestra francesa, Céline Álvarez, solicitó ocuparse de la educación de una clase en un colegio situado en un barrio marginal de París y, durante dos años, aplicó de manera híbrida el método Montessori. Obtuvo unos resultados increíbles. Escribió un libro, Las leyes naturales del niño, que narra esta experiencia. Su experimento demuestra que la escuela pública puede integrar con éxito el método Montessori: es una decisión política.

¿Qué destacarías del paso de Maria Montessori por nuestro país?

Para empezar, Maria Montessori durante unos años vivió en Barcelona, pero en realidad siempre estaba viajando, con lo cual tenía una relación discontinua con España. Aprendió español a pesar de que no se le daban bien los idiomas -hablaba muy mal inglés, por ejemplo-. La base de su familia estaba en Barcelona. Su hijo Mario vivió en la ciudad condal con su mujer y sus hijos. Tras la Primera Guerra Mundial y hasta la Guerra Civil Española, tuvo aquí una base.

Logró involucrar en su proyecto a los poderes públicos en Cataluña y su colaboración con ellos fue muy estrecha. Una cosa que llamó mi atención fue el nexo entre Maria y la religión. Porque María, en los años en los que vivió en España, empezó a colaborar con diferentes órdenes religiosas en Barcelona. Desarrolló con ellos el pensamiento y la conexión con la religión. Escribió incluso libros en los que prepara material para enseñar los ritos sagrados, la misa, etcétera a los niños. Este aspecto del trabajo de Maria en España no es demasiado conocido. Ella misma intentó no hacer mucha publicidad sobre ello, manteniendo el método por encima de todo lo demás. Escribió varios libros sobre el significado religioso, libros que escribió en España. Por lo tanto, creo que España fue un país que reaccionó muy pronto al método, incluso en el sector público, sobre todo en Cataluña. Y el motivo es que Cataluña, en esos años, prestaba mucha atención a la educación. La anarquía también tenía esta atención hacia la educación, se encontró un terreno bastante fértil para su crecimiento, recuperado tras la Guerra Civil. Evidentemente se perdió parte de esta inercia al inicio de la guerra, pero me gustaría hacer una invitación a los jóvenes escritores españoles: no encontré ningún libro sobre Maria Montessori en España. Yo encontré algún artículo, no mucho. Esperaba encontrar alguna biografía, más material… Podría ser una buena idea para algún historiador estudiar los archivos, ver los personajes asociados al método, que lo han desarrollado o aplicado… En España estos personajes eran pintorescos: misioneros que volvían de América del Sur, por ejemplo. Existe un millonario sudamericano que dedicó muchísimo dinero para crear escuelas Montessori… en fin: hay personajes interesantes a los que se podría investigar.

¿Por qué la revolución ideológica de Maria ha sido una revolución fallida?

Al principio, en mi investigación, pensé que la culpa era de ella. Porque claramente ella fue muy autoritaria en la gestión del movimiento, fue integrista. Decía que sólo se tenía que aplicar de manera pura, que no debía mezclarse con otros métodos. Además, tenía un fuerte deseo de control sobre la formación del profesorado: quería formar a todos los profesores y sus alumnos no podían, a su vez, formar a otros alumnos. Yo pensé que era todo su culpa, que ella quiso dejar este método y lanzar su mensaje, pero no lo dejó libre en el mundo.

A medida que iba investigando, me di cuenta de que no era solo culpa de ella. Uno de los motivos de esta revolución fallida, una revolución que no llegó a ser revolución es, quizás, la utopía de su pensamiento. Es tan radical… que requiere desechar todo lo hecho hasta ahora.

Que no sea aplicar el método Montessori en la escuela en general obedece a dos aspectos. Uno es su radicalidad. Hay que hacer tabula rasa y volver a empezar de cero. Y el segundo aspecto es que requiere un trabajo del adulto sobre sí mismo parecido al psicoanálisis. Es difícil, en la escuela pública, formar a todos los profesores de manera correcta. Creo que esta revolución es una revolución fallida por la personalidad de Maria, por sus elecciones personales y también por la radicalidad de su pensamiento. Es un pensamiento que pone en crisis al adulto. Seguramente no tengamos muchas ganas de entrar en ello y preferimos pensar que es una cosa para unos pocos. Me da mucha pena porque creo que el método, la idea de Maria Montessori, posee una especie de levadura que puede hacer la vida de los niños y de los adultos mucho más fáciles en un futuro.

¿Cuál es la huella de tus hijos en este estudio?

Mis hijos ya son mayores. Tienen 24 y 27 años, así que ya no viven conmigo. Yo fui una madre muy distraída, trabajaba mucho. Por lo tanto, mientras estudiaba a María Montessori, me daba mucha pena no haber leído estas costas sobre ella, siendo yo una madre joven, porque quizás habría observado con un poquito más de atención a mis hijos. Por otra parte, quizá no les dejé  demasiados daños  porque uno de los mensajes de Montessori es deja que el niño sea, no intervengas tanto, déjalo ser. Al final, sin buscarlo, a lo mejor fui una madre que respetó bastante a sus hijos por eso, porque no me concentraba demasiado en ellos.

Ahora soy una madre con hijos mayores, pero puedo decir que salí de este trabajo sobre Maria Montessori -un trabajo desarrollado durante años- con una visión distinta. Ahora presto mucha más atención a los niños cuando me relaciono con ellos. Escucho mucho más – yo, normalmente hablo mucho-,  me siento, los miro, los observo, espero que me digan lo que quieran. Creo que siempre es muy interesante. Por eso he elegido este título, porque los maestros son los niños, por ejemplo, en su manera de maravillarse, de entusiasmarse frente a la vida.

¿Algún consejo para aplicar algunos principios del método Montessori en nuestras casas, esperando un futuro confinamiento?

Hablando de confinamiento, es difícil dar consejos. Yo creo que si fuera una madre joven, ahora mismo intentaría estar todo lo posible en contacto con la naturaleza. La naturaleza es el primer libro, decía Maria Montessori. Si puedes, intenta llevar a tus hijos al campo, porque la naturaleza enseña mucho.

En casa hay que recordar lo que decía Maria Montessori: que el niño no juega, el niño trabaja. Es decir, que lo que está haciendo le sirve para entender las cosas. Como padres, es interesante evitar distraer al niño: no tienes que darle cosas para hacer para que se quede tranquilo. Tienes que dejar que el niño se mueva dentro de su ambiente y que elija las actividades que quiere realizar.

Un ejemplo curioso: Maria Montessori decía que, en casa, la cama de los niños tenía que estar a ras de suelo siempre, porque decía que el niño tenía que poder irse a la cama cuando él decidiera y levantarse cuando él decidiera. Cuando leí esto pensé que es todo lo contrario de lo que hacemos habitualmente: ponemos barandillas incluso en las camas para que no se caigan. Sin embargo, ella en una carta defiende que un niño de seis meses puede tener una cama sin peligros, siempre que esté cerca del suelo.

Un padre o una madre, en sus casas, pueden desarrollar un ambiente preparado estilo Montessori. Y para esto no necesitas demasiados recursos económicos. Construirlo alrededor no de las exigencias, sino de la naturaleza del niño. Volviendo al ejemplo de la cama: si hace que el niño sea más libre, a lo mejor se despierta por la noche y se levanta pero, si está en una cuna con barrotes, a lo mejor llora por la noche. Entonces es preferible que pueda bajarse de la cama. Obviamente, hay que tener cuidado con la seguridad, pero hay que dejar que el niño entre en la cocina y toque lo que hay en ella, porque al niño le encanta hacer cosas con los padres. Imagina que estás en tu cocina, limpiando. Los niños, cuando son pequeños, te siguen a todas partes. Quizá te pidan que les dejes limpiar. y seguramente tú digas: “no, ya lo hago yo”. Maria dice que los niños adoran limpiar, poner orden. Las madres o padres que quieran ser Montessori -obviamente manteniendo cierta seguridad en el hogar- tienen que dejar que el niño haga.

Otro ejemplo muy bonito es que ella, en sus primeras escuelas, había creado el comedor porque los niños pequeños pudieran comer, pero todos los útiles de vajilla podían romperse: copas de cristal, platos de porcelana… Obviamente existe riesgo de que el vaso se caiga y se rompa, pero ella decía que los niños prestan mucha más atención y ponen mucho más cuidado  en lo que hacen de lo que nosotros imaginamos. Si das a un niño un vaso lleno de agua, a rebosar, y le pides que lo mueva hacia otro lugar, el niño dará pasitos cortos, procurando no derramar el agua. No hay que buscar en ellos la precisión, hay que aceptar el riesgo de que algún vaso se romperá.

Lo importante, al final, es intentar respetar las necesidades de los niños. Montessori no hablaba del niño rey, el niño que dice yo, yo, yo. Ella defendía que las reglas son importantes, pero que  es necesario explicárselas al niño.

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